FRAGMENTO DE LA ODISEA CANTO IX
En el canto IX de la Odisea de Homero,
Ulises narra las desafiantes aventuras que les sucedieron durante tres
años, tras la guerra de Troya, cuando se disponían a volver a Ítaca.
Ulises relata
cómo llegaron a Tracia, donde estaban los Cícones (tribus). Allí matan a
todos los habitantes de la ciudad de Ísmaro excepto a un sacerdote de
Apolo, Marón,
que les regaló doce vasijas llenas de vino en señal de agradecimiento.
De allí parte Ulises con 72 hombres menos, tras sufrir un ataque de los
Cícones. Llegan al país de los lotófagos,
después de que una tormenta les desviase de su ruta, pasan también por
la isla de las cabras hasta llegar a la isla de los Cíclopes.
En
la isla de los Cíclopes, Ulises desembarca con doce de sus compañeros y
coge una de las vasijas con vino que les había regalado el sacerdote de
Apolo para regalarla. Llegan a la cueva de Polifemo y deciden coger
todo lo que allí había, desde quesos hasta cabras y ovejas, pero Ulises
no está de acuerdo. En ese momento aparece el Cíclope con su rebaño y se
puso a ordeñar sus ovejas y sus cabras. Después de esto, se comió a dos
de los compañeros de Ulises, y éste tuvo una idea: emborracharle. Y así
fue, le dio el vino y después de emborracharle le dijo: "preguntaste,
cíclope, cuál era mi nombre glorioso y a decírtelo voy. Ese nombre es
nadie. Nadie mi padre y mi madre me llamaron de siempre y también mis
amigos". El cíclope cayó de espaldas y le venció el sueño. Ulises
aprovechó para coger una estaca de olivo y la prendió en llamas y se la
clavó en el único ojo que tenía Polifemo.
Polifemo
gritó y gritó hasta que los demás cíclopes le escucharon. Ellos le
preguntaron cuál era la razón de su llanto, y Polifemo dijo: ¡Oh
queridos! No es fuerza. Nadie me mata de dolor. Los demás cíclopes
pensaron que Zeus le había castigado con una locura y se fueron de la
gruta. Al día siguiente, Polifemo quitó la enorme roca que había puesto
en la entrada para sacar a pastar a su rebaño y Ulises y sus compañeros
pudieron escapar bajo los animales. Las risas que profería Ulises, una
vez embarcado, enfurecieron aún más al cíclope que les tiró rocas para
hundir el barco, pero sin éxito. No tuvo más remedio que pedir ayuda a
su padre, Poseidón, y el cíclope le pidió que Ulises no llegara nunca a
Ítaca o que regresase solo y no en su barco. Y así fue, Poseidón lo
mantuvo mucho tiempo fuera de casa.